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Tu desnudez será descubierta, y vista tu afrenta. Tomaré venganza, y no habrá quien interceda”a, diceb nuestro Redentor, cuyo nombre es el SEÑOR de los Ejércitos, el Santo de Israel.

“Siéntate en silencio y entra en la penumbra, oh hija de los caldeos, porque nunca más te volverán a llamar soberana de reinos.

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